¿Puede el maquillaje ser perjudicial para la piel?

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En más de alguna ocasión habremos escuchado que el maquillaje es perjudicial o dañino para nuestra piel. Y realmente esta afirmación puede ser cierta, pero siempre que se cumplan una serie de hechos o circunstancias.

El maquillaje, por sí mismo, no es perjudicial para la piel si se hace un buen uso de él, por lo que en principio no debe saltar la alarma; pero sí que resulta conveniente conocer cuáles son esas malas prácticas o malos hábitos que van a poder generar un problema a largo plazo en nuestro cuerpo.

Muchas veces pensamos que estamos realizando algo correctamente, cuando en realidad estamos cometiendo pequeños (o grandes) errores que poco a poco van minando la salud de nuestra piel.

Como principales errores encontramos:

No realizar una limpieza adecuada de la piel

Siempre que se habla de maquillaje se hace hincapié en lo importante que es limpiar la piel antes de aplicar cualquier tipo de producto para, por una parte, permitir que el cosmético a utilizar se adapte perfectamente y no sufra variaciones o problemas durante las horas posteriores; y por otra, eliminar la posible presencia de impurezas en la piel que quedarían atrapadas entre la misma y el cosmético aplicado.

Asimismo, una vez retirado el maquillaje, también va a resultar conveniente limpiar la piel del rostro para eliminar cualquier resto que hubiera podido quedar en ella, evitando así que se taponen los poros.

Mantener la piel limpia en todo momento es algo fundamental si queremos conservar el buen estado de salud de la misma, y para ello será necesario emplear productos adecuados como, por ejemplo, el agua micelar.

Dormir con maquillaje

Muchas veces, por falta de ganas o de tiempo decidimos acostarnos con el maquillaje aplicado sobre el rostro, dejando la tarea del desmaquillado para el día siguiente. Esto es algo habitual, especialmente cuando el maquillaje que nos hemos puesto no es excesivo.

Durante el tiempo de sueño, nuestra piel aprovecha para respirar y reponerse de las acciones agresivas sufridas durante la jornada (acción del frío o del calor, del viento, de la lluvia, del sol, de los roces…).

Cuando el maquillaje se encuentra sobre la piel, los poros se taponan impidiendo este proceso de respiración y reposición. Como consecuencia, se generarán  los temidos puntos negros, el acné se verá incrementado, y es posible que algunas zonas más sensibles se irriten.

Por lo tanto, y aunque nos suponga un gran esfuerzo teniendo en cuenta el momento del día en el cual nos encontramos, siempre va a ser no necesario, sino obligatorio, retirar el maquillaje antes de dormir.

Emplear brochas y pinceles de mala calidad, o demasiado sucias

Uno de los principales elementos que se emplean para aplicar el maquillaje sobre la piel son las brochas y los pinceles.

Es fundamental contar con material de buena calidad, ya que se debe tener en cuenta que estamos hablando de un producto que vamos a poner en contacto con la piel.

El pelo de los pinceles o brochas puede ser natural o sintético, y es en los segundos donde suelen aparecer más problemas. Las herramientas de pelo sintético son bastante más baratas que las de pelo natural, y ello lleva, muchas veces, a buscar el pincel o la brocha más económica con tal de ahorrar unos pocos euros en algo que vamos a utilizar durante mucho tiempo.

Este tipo de pinceles baratos es posible que termine provocando algún tipo de reacción alérgica, eccemas, urticarias, enrojecimientos

Por otro lado, estos materiales requieren un mantenimiento y una limpieza regular en el tiempo. Un pincel sucio es un almacén de bacterias y de suciedad que, volvemos a recordar, ponemos en contacto con la piel de nuestra cara.

Constantemente renovamos la piel, a través de sus poros expulsamos aceite, sudor y otros residuos orgánicos... que terminan en la brocha cada vez que las utilizamos. Por ello, y cada cierto tiempo (una o dos semanas) es conveniente limpiar estos útiles.

Emplear maquillaje caducado o en mal estado

El maquillaje, como muchos otros productos, es susceptible de deteriorarse, bien por el paso del tiempo, o bien por ser almacenado en condiciones inadecuadas (exceso de calor, frío, humedad…)

De la misma forma que antes hemos dicho que se deben cuidar los pinceles y las brochas con las cuales nos aplicamos el maquillaje, con el propio maquillaje va a ocurrir lo mismo.

Utilizar, por ejemplo, una base de maquillaje que haya sobrepasado su fecha adecuada de uso puede tener consecuencias negativas para la salud y buen estado de la piel.

Cualquier maquillaje caducado es susceptible de provocar problemas en la piel una vez aplicado, pero aquellos que tengan una textura líquida o cremosa serán los que mayor riesgo presenten, ya que permitirán una mayor proliferación de bacterias, hongos u otros elementos.

Almacenar este tipo de productos en condiciones de excesivo calor o humedad (por ejemplo, en un armario bajo la pila del baño, la cual tiene pérdidas de agua), también puede llegar a alterar la textura y el estado de los mismos

No tapar bien los productos

Cuando adquirimos un cosmético, este está bien cerrado dentro de un estuche, tarro, caja… El propósito de este envoltorio, además de servir para contener al propio producto, es el de proteger de la entrada de bacterias, de otras sustancias, y el de evitar que el cosmético se deteriore.

No resulta raro que muchas veces, bien por prisas o bien por desconocimiento, muchos cosméticos queden abiertos dentro del neceser al alcance de todo tipo de bacterias y otros elementos que, nuevamente, terminarán sobre nuestra piel pudiendo causar algún problema.

Compartir maquillaje con otras personas

Los productos y herramientas de maquillaje deben ser algo personal, y cuando decimos personal nos estamos refiriendo a que deben ser utilizados siempre por una única persona.

Compartir una esponja con otra persona, un pincel, el colorete, un pintalabios… será una acción de riesgo, ya que cualquier problema o patología contagiosa que padezca cualquiera de las dos personas, podrá ser transferida a aquella que “recibe el favor” de poder utilizar esa herramienta o cosmético.

Van a existir ocasiones en los que va a resultar mucho más provechoso no maquillarse, que arriesgarse a contraer cualquier tipo de hongos, orzuelos, conjuntivitis, herpes…

Utilizar el mismo maquillaje después de haber atravesado una enfermedad infecciosa

Si antes hemos hablado acerca de compartir maquillaje con otras personas que puedan padecer alguna enfermedad contagiosa, la propia persona que padece esas mismas enfermedades también va a tener que tomar una serie de precauciones una vez que ha superado dicha enfermedad.

Contraer hongos, un herpes, o cualquier otra enfermedad infecciosa de carácter leve no es nada raro. También es probable que durante el tiempo en el cual estamos padeciendo esta enfermedad utilicemos productos cosméticos y diferentes herramientas para aplicarlos sobre la piel.

¿Qué va a ocurrir si empleamos el mismo maquillaje y las mismas herramientas una vez hemos logrado curarnos? Pues que va a ser muy probable que terminemos volviendo a contraer la misma enfermedad, ya que estaremos un caso similar al anterior, pero con una única persona.

Por ello, va a resultar muy necesario sustituir todo el material que haya entrado en contacto con las zonas afectadas para evitar entrar en un bucle, por culpa del cual el proceso infeccioso se podrá alargar de manera innecesaria.

Utilizar productos no adecuados para el tipo de piel que se posee

Existen diferentes tipos de piel en función de la cantidad de grasa que producen de manera natural (normales, secas o grasas), de su sensibilidad, de su textura…

En función del tipo de piel que posea una persona deberá utilizar un tipo de producto cosmético u otro, ya que el uso de productos inadecuados puede llegar a generar diversos problemas.

Por ejemplo, las pieles grasas deben evitar emplear bases líquidas con base de aceite, ya que esto agravará el problema de la producción de sebo. Sin embargo, estas bases sí que resultan adecuadas para pieles secas.

Caso contrario es el de las bases en polvo, las cuales sí que resultan adecuadas para pieles grasas, ya que permiten regula esta producción de sebo.

En cuanto a las pieles sensibles, debemos saber que existe en el mercado una amplia gama de productos orientados para ellas, libres de componentes agresivos que terminarán por provocar irritaciones.

Utilizar cosméticos que contienen componentes peligrosos o nocivos

Dentro de este apartado se puede hacer mención, también, al hecho de utilizar maquillaje de mala calidad. Nos encontramos pues en el mismo caso que el referente al uso de herramientas baratas por querer ahorrar unos pocos euros.

Los maquillajes baratos, por lo general, suelen ser de mala calidad (siempre habrán excepciones), debido a los elementos que incluyen en su composición para abaratar el coste final.

Muchos de estos elementos pueden terminar por taponar los poros, producir alergias, ofrecer poca durabilidad, provocar diferentes reacciones… en definitiva, una serie de problemas que van a terminar por hacer que lo barato salga caro.

Como ejemplos de estos compuestos se puede citar los parabenos, formaldehídos, sulfatos, componentes de los perfumes, diferentes derivados del petróleo…

Aplicar cantidades excesivas de maquillaje

Cuando se aplica un cosmético sobe la piel del rostro, se hace con la idea de que este permanezca durante un número elevado de horas en el mismo.

Existen personas que tienen la tendencia de pensar que “cuanto más, mejor”, no solo en lo que a durabilidad se refiere, sino también en lo referente al apartado estético (obteniendo un resultado de dudoso gusto....)

Cuanta mayor cantidad de producto se coloque sobre la piel, peor respirará esta y mayores serán las probabilidades de que se acabe generando cualquier tipo de problema, desde hipersensibilidad, hasta problemas más visibles como acné, dermatitis, puntos negros...

Pero además de la piel, aplicamos maquillaje sobre otros puntos delicados del rostro como son los ojos, zona en la cual se debe saber aplicar el producto de la manera adecuada. Abusar de los delineadores, máscaras de pestañas… irritará los ojos causando su enrojecimiento, haciendo que lloren (con lo que esto supone para el maquillaje aplicado), y podrá ser bastante incómodo para aquellas personas que acostumbren a utilizar lentillas, ya que podrá llegar a producir lo que se conoce como ojo seco y, también infecciones.

Utilizar maquillaje a edades muy tempranas

Actualmente se observa la tendencia de que el uso del maquillaje se está extendiendo entre las adolescentes de muy temprana edad.

En esta etapa de la vida la piel presenta una sensibilidad muy grande, además de que resulta frecuente que se padezcan, de manera natural, otros problemas como acné.

Aquellas adolescentes que padezcan acné y abusen del maquillaje podrán agravar este problema, ya que se taponarán los poros.

Por lo tanto, en estos casos se podrá utilizar maquillaje, sí, pero teniendo en cuenta las características de este tipo de pieles tan jóvenes, adquiriendo productos adecuados, y no abusando del mismo, tanto en lo que a cantidad se refiere como a frecuencia de uso.

 

En definitiva, el maquillaje por sí mismo, y siempre que se utilice de forma adecuada, no va producir ningún tipo de problema sobre nuestra piel, ni va a suponer un peligro para la misma. Sin embargo, los casos que hemos expuesto le resultarán familiares a más de una… y es probable que alguna que otra vez se haya llegado a producir algún problemilla derivado de los mismos.

Siguiendo las pautas adecuadas, y siendo conscientes de que un buen uso del maquillaje nos va a hacer contar con un aspecto radiante y atractivo no deberemos tener ningún problema a la hora de lucir nuestra mejor imagen.


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